Día lleno de estrés y desvelos, sin ignorar que sólo se dormirá menos de seis horas. El despertador suena una y otra vez… hasta que la mente del desvelado lo integra a sus sueños. Una hora después, algo lo despierta abruptamente y de un salto deja la cama mientras piensa: “Caramba, me quedé dormido”. Y frente al espejo, observa una cara deteriorada: cutis reseco, ojos hinchados y un humor bestial.
La mañana y tarde están repletas de carbohidratos y al terminar el día vuelve a casa sintiéndose fatal, porque le dio a su cuerpo una bomba de estimulantes altamente engordadores. Y es que dormir poco nos pone más vulnerables de lo que pensamos.
Diversos estudios científicos han demostrado que dormir menos de siete horas y media al día nos puede provocar un desequilibrio generalizado que también se manifiesta en nuestro peso. De ahí que hoy en día escuchemos acerca de la llamada dieta del sueño.
Esta dieta en realidad no es tal, es decir, un régimen basado en suprimir, incluir o combinar ciertos alimentos con fines terapéuticos; simplemente intenta poner en orden todos los ciclos vitales a partir de uno de ellos: el sueño. La dieta actúa en términos generales, así:
Desde el punto de vista emocional, si dormimos mal nos volvemos irritables o ansiosos y tendemos a ingerir ciertos alimentos que nos reconfortan, generalmente altos en carbohidratos y proteínas, necesarios para mantener al cuerpo activo y al cerebro alerta.
Sin embargo, esta sensación de alivio es pasajera, porque las calorías no sustituyen las horas de sueño. En cambio, si dormimos suficientes horas, nos sentiremos con más energía y claridad, por lo que nuestro cuerpo no nos pedirá raciones de comida con muchas calorías.
Dormir poco (y mal) nos provoca desajustes hormonales similares a los causados por el estrés. ¿Por qué? Cuando los sentidos no están tan alertas como deberían, nos volvemos vulnerables ante peligros o amenazas, y esto es interpretado por nuestro organismo como una situación estresante.
Entonces, el cuerpo reacciona generando tres hormonas básicas: norepinefrina y adrenalina, cuya función es mantenernos alertas para huir o enfrentar amenazas; e hidrocortisona, que da la señal para acumular grasa en el área central del cuerpo, de manera que se tengan reservas para momentos difíciles o de gran tensión. Dormir lo suficiente hace que dejemos de poner a nuestro cuerpo en un “eterno momento difícil”, y es muy probable que nuestro abdomen pierda volumen naturalmente.
Un sueño reparador de siete horas y media es mejor que 12 horas de mal sueño. Reparador, porque durante la noche nuestro cuerpo segrega sustancias (como la hormona del crecimiento) necesarias para la regeneración celular. Por eso hay que encontrar la manera de relajarnos antes de dormir y durante el sueño. Un baño caliente, una infusión relajante, una vela de aromaterapia, música o una lectura tranquila preparan al cuerpo para el descanso.
Pero tampoco hay que olvidar el “equipo”: colchón, almohada, pijama, cero iluminación, sábanas y cobijas también son determinantes para lograr una relajación profunda.
¿Comer o no comer antes de dormir?
Los expertos sostienen que irse a la cama con el estómago vacío no es muy recomendable, ya que durante la noche el cuerpo también necesita nutrientes para cumplir con sus funciones básicas, pero tampoco hay que exagerar.
Una cena abundante en proteínas, platillos especiados y bebidas estimulantes es perfecta si después vas a salir a bailar; en cambio, si tienes que levantarte temprano al día siguiente, es preferible no ingerir café, chocolate, carne o irritantes después de las cinco de la tarde. Lo más adecuado es cenar ligero dos horas antes de irse a la cama.
Independientemente de la dieta o ración de sueño que cada quien necesite, parece ser que lo importante es establecer una rutina para dormir y tratar de respetarla siempre:
Levantarse y acostarse todos los días a la misma hora
Dormir, cuando menos, siete horas y media continuas
Estar atentos a la calidad del sueño
Si se practica todo esto, naturalmente vendrá la reducción de peso, mejorará el humor y la vida será de calidad, tal vez hasta ¡de ensueño!
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