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viernes, 26 de febrero de 2010

Sé fiel en cuatro pasos

“Me voy a divorciar”. “Si sabes contar, no cuentes conmigo”. “A mí no me comprometas”, etcétera. Todas estas frases y otras que se han hecho muy populares en los últimos años, son una manifestación del desconocimiento que existe hoy en día de lo que significa el compromiso, y más aún, ofrecer la palabra.

Basta ojear una revista o periódico de espectáculos para suponer que la infidelidad está de moda. Y es que por lo general, un buen número de sus páginas las dedican a “el infiel” o “la infiel” en turno. Son abundantes las notas sobre divorcios e infidelidades matrimoniales de gente famosa que se publican hoy en día en los medios de comunicación.


Te mostramos los ballets más conocidos y que a lo largo de los años han impactado a la cultura universal.De ahí que vayan en aumento los matrimonios que contraen nupcias con la idea de “mientras nos funcione”. Esta forma de pensar también afecta ya a algunos jóvenes con supuesta vocación sacerdotal. “Veré si esto es para mí”, le decía un joven a sus padres días antes de su ordenación sacerdotal.

La realidad es que en estos tiempos muchos tienen la idea equivocada de que no se puede comprometer el mañana sin saber lo que sucederá en el futuro. Y esta mentalidad superficial, y sin apego al compromiso, es la misma que reclama y promueve por todos lados la posibilidad de romper cualquier obligación contraída cuando las circunstancias lo ameriten.

Por eso urge reflexionar en la virtud de la fidelidad. En lo que representa para nuestra vida, y cómo podemos recuperarla.

La fidelidad puede definirse como la decisión voluntaria y absoluta de una persona a una causa; cuando uno se consagra en cuerpo y alma a una empresa y obra firmemente a su servicio.

Karol Wojtyla escribió que “el amor que no es para siempre, no es amor”. De ahí que la fidelidad no es un sentimiento efímero o pasajero, sino una actitud que emana de la conciencia.

Los seres humanos estamos dotados de la inteligencia y la voluntad que nos dan la capacidad de superar cualquier capricho, egoísmo o vanidad que se nos presente. Ser fiel a alguien o a algo significa poner toda la voluntad para enamorarse apasionadamente de aquel o de aquello.

Conocí a un matrimonio que con 10 años de casados sufrieron una tragedia: la esposa enfermó de una profunda depresión. Por años, el esposo, además de realizar su trabajo, se hizo cargo de las labores de su esposa. Este señor fue padre y madre a la vez durante largo tiempo.

Me contó que en alguna ocasión unos amigos lo invitaron a “echarse una cana al aire” e irse de juerga una noche. A lo que él les respondió. “Yo no me casé para ser fiel por un tiempo, o mientras mi esposa estuviera sana, me casé para ser fiel toda la vida, en la salud y en la enfermedad”.

El caso es que todos los testimonios o lecciones sobre fidelidad que conozco tienen un común denominador: voluntad, esfuerzo y sacrificio.

Estimado lector, si eres una persona capaz de querer a quienes comparten tu vida, de querer tu hogar, tu trabajo, tus sueños y proyectos. Si haz sabido rehacer tu amor cuando éste pareció haberse esfumado o debilitado, y aprendiste a perdonar y a comprender… si vives así, no sólo eres feliz y haces felices a los que te rodean, sino también estás poniendo tu grano de arena para que la fidelidad se contagie, y la infidelidad nunca llegue a estar de moda.

Dimensiones de la fidelidad: lograr ser fiel a los compromisos de vida en cuatro pasos

1. La búsqueda. La fidelidad necesita de un impulso para seguir luchando. Saber que podemos ir “más allá” de nuestros egoísmos y comodidades y que hay valores que trascienden la propia vida.

2. La aceptación. Abrir el corazón a esos ideales, quizá difíciles y costosos, pero alcanzables. ¿Qué ideal se hace realidad sin sacrificio?

3. La coherencia. Vivir de acuerdo con lo que se cree y con lo que se es. El casado que viva como casado, el sacerdote como sacerdote, etcétera. No limitarnos al discurso, sino a llevar la fidelidad a la práctica. Esto se logra cuando no vivimos midiendo si nos conviene o no mantener nuestra palabra, sino que simplemente somos fieles a lo que nos hemos comprometido.

4. La voluntad. No confundir amor con sentimientos. La alternativa de un hombre o una mujer fiel no es la deserción y el abandono. Está equivocado el que piensa que porque “ya no siente cariño” la vida matrimonial carece de significado. Ahí es la hora crucial de la lealtad. El argumento debe ser al contrario: porque soy esposo y padre de cuatro hijos, aunque ya no siento la emoción de antes, voy a poner toda mi voluntad y medios a mi alcance para reconstruir ese amor con la mujer que también entregó su vida por mí.

El caso es que la fidelidad es una virtud esencial, pues nos lleva a comprometernos y responsabilizarnos de todas nuestras acciones y deberes en la vida.

Ser fiel a la patria, a la Iglesia, al cónyuge, a los hijos, a la amistad, a la vocación personal, al trabajo, en fin, a tantas cosas, es amar, es poner el corazón –la voluntad– en esas realidades y valorarlas por encima de egoísmos o sentimientos efímeros que jamás nos llevarán a la felicidad plena.

Urge comprender su importancia y encontrar la fórmula que nos permita revalorar esta virtud esencial y llevarla a la práctica. ¿La infidelidad está de moda? De nosotros depende que no lo esté.

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