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jueves, 11 de febrero de 2010

"Quizá Dios no exista"... Pero, ¿y si existe?

“Maybe God doesn’t exist. Don’t worry, be happy!” (Quizá Dios no exista. ¡No te preocupes, sé feliz!). El eslogan promovido por el ateo Richard Dawkins y que se buscaba difundir como propaganda en los medios de transporte, creó una gran polémica en Londres a inicios de noviembre de 2008.
¿Será posible acercarnos al problema de Dios de otra forma?: Quizá Dios sí exista. Ocúpate, sé feliz.


Los descubrimientos científicos de los últimos decenios en el campo de la física y de la astronomía revelan que existe una relación estrecha entre la existencia de la vida humana y la estructura, propiedades y evolución del universo en su totalidad.
Una variación mínima significativa en algunas constantes físicas haría imposible la vida humana sobre la Tierra. Existen algunas constantes en el universo sobre las cuales la mayoría de los científicos concuerdan que si hubiera variación en ellas sería imposible la vida.

Eso lo reconocen tanto científicos creyentes como no creyentes (cf. R. Dawkins, a debate with F. Collins titled “God vs. Science” in Time Magazine, nov. 13, 2006).
¿Cuáles son algunos de estos parámetros?
1) La fuerza electromagnética (por la cual los electrones se rechazan) en comparación con la fuerza de la gravedad (por la cual se atraen) es superior por un valor de 1042, pero si el valor de esta fuerza cambiara a 1041, o a 1043, la vida humana no hubiera aparecido.
2) El valor de la fuerza nuclear fuerte es 137 veces más intensa que la fuerza electromagnética; si variara este número considerablemente, no existiría la vida humana.

3) La densidad del universo. La masa visible del universo es de 1056 gramos. Si la masa fuera de 1055, o de 1057, la vida humana no existiría.

4) Las relaciones entre el sol, la Tierra y la luna. Una modificación sensible de la masa del Sol impediría la vida en la Tierra. La Tierra sin la luna sería inhabitable, pues esta última mantiene en equilibrio a 23’5 grados la inclinación de la Tierra mientras gira sobre su propio eje.

Una variación en esto y no se producirían las estaciones, el calor del sol no se distribuiría equitativamente, se quemaría parte de la Tierra y otra parte se congelaría (cf. M. Carreira, Ciencia y fe ¿relaciones de complementariedad? en L. Prieto, Panorama del Dibattito Scienza-Religione oggi, APRA, Roma 2007, pp. 122-127).
Estos parámetros físicos y cosmológicos, ¿indican que puede existir una finalidad en el universo? Aquí es donde no concuerdan científicos creyentes y no creyentes. ¿Por qué? La ciencia únicamente ofrece datos empíricos que racionalmente podrían orientar a una posterior reflexión filosófica sobre la finalidad del universo y el porqué de la aparición del hombre.

Al conjunto de parámetros físicos y cosmológicos que indican una dirección finalizada del universo que pueda hacer posible la aparición del hombre, se le conoce como “Principio Antrópico”.
Así se expresaba el ilustre físico Freeman Dyson: “no me siento un extraño en el universo. Cuanto más examino y estudio las particularidades de su arquitectura, tanto más numerosas son las pruebas de que el universo, en cierta manera, debía saber que llegaríamos. Afirmo que la arquitectura del universo es coherente con la hipótesis de que la mente tenga un papel esencial para su funcionamiento” (F. Dyson, Turbare l’universo, en L. Prieto, Panorama… p. 193).
En otras palabras, hay datos científicos que abren la puerta a la reflexión: el universo se desarrolla según un plan inteligente superior a la mente humana… quizá Dios existe.
Para otros, como Richard Dawkins, la ciencia empírica es todo y aseguran que no hay una finalidad en el universo, sino que la existencia de estas constantes es debida al caos. Vivimos en un universo dentro de una serie de Multiuniversos, donde por suerte se combinaron estas variantes e hicieron posible la existencia humana.

A esto sólo se puede llegar cuando la ciencia traspasa los límites de su competencia, pues ni la finalidad ni el caos son conceptos que se puedan someter a una verificación científica. Al exagerar el valor de la ciencia se llega a la frase: quizá Dios no existe.
La ciencia puede indicarnos el valor de la fuerza de la gravedad, pero no puede decirnos el porqué, pues esto rebasa los límites de su competencia. Esto lo había entendido muy bien el científico que descubrió la ley de la gravedad, Isaac Newton.

En las dos últimas páginas de su obra, encontramos en el scholium la famosa frase: Hypotheses non fingo “no invento hipótesis”, con la que comentaba que la ley de la gravedad le servía para explicar con precisión el fenómeno de las mareas por la fuerza de atracción de la Luna.

Sin embargo, aseguraba que no era capaz de deducir a partir de los fenómenos las razones de la ley de la gravedad, es decir, su causa, el porqué. Y concluía que sobre esto no inventaba hipótesis (cf. I. Newton, Principia Matematica Philosophiae Naturalis, Utet, Torino 1989).
“Quizá Dios no exista. No te preocupes, sé feliz”. Si se vive suponiendo que Dios no existe es verdad que no hay que preocuparse por muchas cosas. La vida se toma a la ligera o superficialmente.

Esto ya lo había notado un autor como Fëdor Dostoyevski en su obra Los Hermanos Karamazov. En ella, a través de su personaje Iván Karamazov, nos dice: “si no hay inmortalidad del alma, tampoco hay virtud, quiere decir que todo está permitido”.
El problema es que esta forma de ver el mundo arrastró a su hermanastro Smerdiakov a asesinar a su padre. Cuando Iván le preguntó por qué lo había hecho, él le respondió: “usted me enseñó a pensar así. Si Dios no existe, tampoco la virtud o, por lo menos, no sirve para nada”. La triste realidad de estos dos personajes lleva al suicidio de uno y la locura del otro.
Entonces se puede vivir despreocupado, pero realmente así no se es verdaderamente feliz. Si Dios no existe, la vida termina en este mundo. Si la vida termina en este mundo, hay que aprovecharla al máximo. Pero, ¿hasta dónde puedo llegar?, pues todos querrán hacer lo mismo.

Si nadie puede impedirme que haga lo que quiera, ¿existirá entonces la justicia? ¿Quién la garantizará? ¿Será lo mismo lo justo que lo injusto? ¿Por qué podremos decir que hay gente buena o mala? ¡Cuántas preocupaciones si Dios no existe! ¡Cuánta infelicidad al contemplar las desigualdades de esta vida!
Quizá Dios exista. Ocúpate, sé feliz. La preocupación o despreocupación no resuelve los problemas. Ocúpate por ser justo para que exista la justicia en este mundo y Dios te hará justicia. Vive feliz, porque tu vida tiene un sentido y porque todo lo bueno que hagas mejora algo en el mundo presente y queda para la eternidad.

Ocúpate haciendo el bien a los hombres, porque existe Dios y te lo recompensará. Él ha preparado este maravilloso universo para que convivan todos los hombres, ocúpate sanamente en vivir bien y practicar la justicia con los demás.

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