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miércoles, 10 de marzo de 2010

“Enseñanza de vida”, moraleja para todos

Producción británica, basada en la memoria autobiográfica de la periodista Lynn Barber, apenas concluida junto con la producción de la película, que narra el último año de bachillerato de Jenny Mellor (Carey Mulligan).

Ella es una inteligente jovencita de 16 años que se ha preparado toda su vida, transcurrida en los suburbios del Londres de 1962, para ingresar a la Universidad de Oxford. Pero ocurren cambios radicales en su vida y en sus planes cuando su camino se cruza con David Goldman (Peter Sarsgaard), un hombre mundano y mayor que le dobla la edad y que hace lo imposible por fingir que no tiene más que intenciones platónicas hacia ella, para beneplácito de los padres.

Jenny, como muchos jóvenes de su edad en todas las épocas, se da cuenta de que está tomando decisiones equivocadas y vive ávida de orientación, pero ni los padres, ni sus profesoras, cuya vida sencilla y de trabajo arduo desprecia, atinan a explicarle por qué la formación de hábitos, el esfuerzo, el servicio a los demás, o simplemente hacer lo correcto, son tan importantes.

Aunque su familia parece ser de clase media, han puesto en la joven todas sus aspiraciones; todos están convencidos de que la educación formal no es más que una opción, entre pocas, para conseguir la abundancia material, sin embargo, la oportunidad de conseguir esto a través de David es un atajo bienvenido.

El título en inglés, “una educación”, parece referirse a la educación formal que ha recibido, pero que sólo ha servido para llenar su cerebro con datos e ideas de que su vida es aburrida y de que existe otra en la que todo es diversión. Pero al mismo tiempo, al proceso de maduración de Jenny a través de esta experiencia en el mundo real, que es a lo que hace alusión el título en español.

Si bien se trata de una comedia en el sentido clásico (un final feliz), en realidad es un drama que también debe dejar “una enseñanza” para el espectador, ya sea a los adolescentes o especialmente a los padres, tutores, educadores o mentores de éstos.

Por otro lado, la música ayuda a ubicar la acción en el tiempo y definir los gustos de la juventud de la época, pero su tono frecuentemente jovial, así como el de los colores y la iluminación, pueden desorientar al espectador sobre lo que está sucediendo, aun ante la evidencia de estar presenciando un ferrocarril a punto de estrellarse.

Además, la trama parece enfatizar una especie de publicidad del fin de la moralidad y el comienzo de la supuesta liberación que ofrecería la década siguiente, pero que los realizadores no dudan en identificar con un relajamiento moral, aunque tímidamente.

Con todo, la autora procura señalar que el fin no justifica los medios y que las elecciones que hacemos, especialmente en nuestra adolescencia, sí importan, y pueden definir el éxito o fracaso del resto de nuestra vida.

Asimismo, con alguna frase ocasional o una breve escena, se destacan valores como el trabajo; la integridad, especialmente en las relaciones entre educandos y educadores; la humildad; la realización personal en la vida ordinaria; y hasta que el matrimonio, aun contraído con algún muchacho torpe, pero sincero y afable, es para toda la vida, en oposición a la vaciedad de las relaciones sexuales casuales, tan exaltadas ya desde aquellos años.

Aunque Carey Mulligan es un poco grande para el papel (24 años), su representación de una adolescente engreída, sarcástica y nada ingenua, pero a la vez muy inmadura, es muy convincente y merecedora de los premios y nominaciones recibidos. Por su parte, Alfred Molina, como el padre de la joven, hace una caracterización estupenda del progenitor que ha sacrificado todo por dar una vida mejor a su hija, aunque a veces renuentemente, y nunca deja pasar la oportunidad de recordárselo a ella, a su esposa, o a la audiencia.

Igualmente, las expresiones de Cara Seymour, como la mamá, son clave para mostrarnos que se encuentra incómoda con la situación, no obstante, su opinión parece no importar mucho, aunque tampoco está en total desacuerdo. De hecho, su única preocupación es saber si Jenny está usando anticonceptivos.

Si bien el final feliz puede amortiguar el impacto de la lección para la joven, no perdona a los padres y a las autoridades de la escuela de Jenny como responsables de la situación, lo cual es absolutamente cierto, y nos deja ver, en forma alentadora, que ella aprendió que la felicidad está en la vida sencilla de la que antes quería escapar, y que el trabajo duro es valioso y necesario para forjar el carácter y entonces disfrutar verdaderamente las recompensas materiales o espirituales.

Sin duda, una gran lección para padres de hijos adolescentes, si se presta la debida atención, y especialmente para las hijas, con la orientación apropiada.

Clasificación: B (Estados Unidos, PG-13, adolescentes y adultos).
Consumo de alcohol y tabaco; pedofilia y una escena implícita de relaciones sexuales entre un adulto y una menor de edad, no casados, sin desnudos; algunas conversaciones de naturaleza sexual; comentarios raciales despectivos y antisemitismo; no hay violencia ni lenguaje vulgar.

Frases memorables:

“Acción es carácter… creo que quiere decir que si nunca haces nada, nunca llegarás a ser alguien”.

“Su casa es bonita. Tiene sus pinturas (postales) y libros (ediciones rústicas). Es todo lo que necesita”.

“Es mejor conocer a un escritor famoso que ser un escritor famoso. Así muestras que estás bien conectado” (socialmente).

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