El juez español Eloy Velasco ha remitido a los ministerios de Asuntos Exteriores y del Interior del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, su resolución de indicios suficientes para “involucrar al gobierno de Hugo Chávez, por la ilícita colaboración entre las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y la ETA (País Vasco y Libertad)”.
El juez solicita orden de aprensión, búsqueda y captura internacional de los acusados por “tenencia de explosivos, colaboración con banda terrorista y conspiración para cometer homicidios terroristas”.
La documentación básica, precisa y detallada, fue obtenida de la computadora del jefe de las FARC, Raúl Reyes, muerto en un enfrentamiento con el ejército colombiano el 1 de marzo de 2008, en la frontera entre Ecuador y Colombia. Ahí se ubicaba el campamento de los guerrilleros, entre los que había un grupo de “estudiantes” mexicanos y la famosísima Lucía Morett, hoy escondida en alguna parte del continente americano, para evitar la búsqueda y localización que realiza Interpol, para extraditarla a Colombia.
La precisión de fechas, nombres de personas y sus apodos de combate, lugares y colaboraciones entre los etarras, los de las FARC y agentes del gobierno de Venezuela, están perfectamente detallados, sin dejar lugar a dudas. La pieza clave es el terrorista etarra, Arturo Cubillas Fontán, hoy naturalizado venezolano, uno de los seis acusados de planificar un atentado contra el presidente de Colombia, Álvaro Uribe.
Cubillas forma parte del gobierno de Chávez, tiene el cargo de “Jefe de Seguridad” del Instituto Nacional de Tierras, adscrito al Ministerio de Agricultura y Tierras. Está casado con la venezolana Goizeder Odriozola, “Directora General” de Despacho de la Presidencia de Venezuela.
La información que contiene la denuncia abarca, en forma destacada, las actividades de seis etarras y siete integrantes de las FARC, coordinados desde Venezuela por Cubillas, con el apoyo de militares de la inteligencia venezolana desde el año 2000. Allí se constatan cursos de capacitación, acciones coordinadas y movimientos especializados para las más diversas actividades: seguimientos, secuestros, comunicaciones, financiamientos, materiales explosivos, atentados, teléfonos móviles, etcétera.
Toda esta actividad clandestina, puesta en evidencia con la denuncia del juez español, ha crispado al gobierno venezolano, que trata de meter todo en un saco, con estridentes declaraciones de su Canciller: “Son señalamientos infames e inaceptables acusaciones. La totalidad de los cuestionamientos formulados por este juez son producto de la utilización de archivos contenidos en el computador supuestamente incautado a Raúl Reyes”. Añade además: “Resulta sorprendente que el juez resucite la desgastada farsa del computador, que ya ha pasado a formar parte del folclor político colombiano”.
Chávez, personalmente, primero desde Montevideo, en donde asistió a la toma de posesión del nuevo presidente José Mujica, quien fuera guerrillero y líder del “Movimiento de Liberación Tupamaro”, emparentado políticamente con el de los “Montoneros” de Argentina, señaló con ironía, repitiendo la frase de Fidel Castro, pronunciada en 1953 ante sus jueces en Cuba, con motivo del asalto al cuartel Moncada: “Condenadme, la historia me absolverá”.
Luego, ya de regreso en Caracas, declaró que habló con Rodríguez Zapatero a quien le dijo: “Aclare con su canciller (Moratinos) los supuestos lazos de Caracas con la ETA”. Chávez, que ya había recibido una llamada del Canciller español, desde Armenia, aseguró: “La computadora (del guerrillero de las FARC, Raúl Reyes) fue una creación del gobierno colombiano, que fue el que alimentó el disco duro con una serie de documentos ajustados a sus intereses. El gobierno de Colombia miente para atacarme a mí y al presidente ecuatoriano, Rafael Correa”.
Sostuvo también: “La acción del juez español forma parte del juego de la extrema derecha europea y también del ataque intenso del imperio yanqui, contra la revolución bolivariana y socialista, desde hace 11 años”. En una reunión con sus partidarios, todos vestidos con camisetas rojas, declaró con solemnidad, en referencia a los cargos denunciados por el juez español: “No les extrañe que ordene que me detengan, pues tendrían que venir aquí a detenerme”.
Con todo este acontecer aún por resolverse, ya que la división de poderes en España es un hecho ¬–el gobierno de Rodríguez Zapatero, no puede impedir la acción del juez– en Venezuela todo se hace al “capricho” de Chávez, así se explica la brutal y majadera reacción que tuvo en Playa del Carmen en la reunión del Grupo de Río y las naciones del Caribe, contra el presiente de Colombia, Álvaro Uribe.
El dictador está atrapado por sus acciones subversivas y clandestinas en toda América Latina. Su prepotencia, hipocresía y cinismo no tienen remedio. Ojalá este suceso sirva para que los gobiernos democráticos de América Latina no permanezcan ciegos y cautivados por el proyecto del llamado “socialismo del siglo XXI”, que se impone por la fuerza de los petrodólares del chavismo, pero eso sí, a costa de la creciente pobreza de los venezolanos y la pérdida de sus libertades.
Lo ha logrado por la debilidad política y la falta de convicciones de muchos dirigentes políticos latinoamericanos y españoles, que aun habiendo recibido ataques verbales del tirano de Venezuela, “han dado vuelta a la página” y celebran sus audacias y brutalidades.
Casos sobran: el rey de España Juan Carlos I y el jefe de gobierno José Luis Rodríguez Zapatero: el presidente de Colombia, Álvaro Uribe; los presidentes de México, Vicente Fox y Felipe Calderón; el presidente peruano Alan García; los presidentes hondureños Roberto Micheletti y Fernando Lobo; el recién electo de Chile, Sebastián Piñera, así como eclesiásticos latinoamericanos de primer orden, como los cardenales de Venezuela y Honduras.
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