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viernes, 12 de marzo de 2010

Las mujeres de Schumann y Chopin

El papel de la mujer es un tema muy estudiado y lo sigue siendo, el 8 de marzo se ha declarado como el Día Internacional de la Mujer y, en la ONU, del 1 al 12 de este mes, se ha llevado a cabo la Conferencia Mundial sobre la Mujer.

Aunque en algunos ambientes haya la tendencia de separarla absolutamente del hombre, la realidad muestra una constante de vinculación. Y para muestra tenemos dos casos: la relación de Roberto Schumann con su esposa, Clara Josefina Wieck, y la de Federico Chopin con su amante, Aurora Dupin.


Tanto Schumann como Chopin cumplen en este año, dos siglos de su nacimiento. Roberto ve la luz en Zwickau –Sajonia– el 8 de junio de 1810, Federico cerca de Varsovia, el mismo año, aunque algunos lo ubican el 22 de febrero y otros el 1 de marzo.

A Roberto, alemán, y a Federico, polaco, les influye el Romanticismo del siglo XIX, tendencia que en la música se caracteriza por una sensibilidad combativa, en donde se destaca el sentido patriótico. Hay una valoración de las tradiciones del pasado histórico y, por lo tanto, surge una nueva conciencia nacional, no solamente en lo político sino también en lo artístico.

Roberto y Clara

Roberto es una notable figura de la música instrumental, excelente escritor, crítico sumamente agudo. Muy pronto se inicia en la formación musical como virtuoso del piano. Por la muerte de su padre no puede llevar a cabo los proyectos de su formación, e inicia clases de piano con el afamado Federico Wieck, padre de Clara.

En 1833, las muertes de su cuñada Rosalía y de su hermano Julio, le provocan una crisis nerviosa e intenta suicidarse, tendencia que aparecerá varias veces en su vida. Con su futuro suegro funda, en 1834, la Nueva Gaceta Musical de Leipzig, trabaja en ella hasta 1844. Padece el entumecimiento de un dedo de la mano derecha y, por eso, se dedica a la composición.

Clara nace en Leipzig en 1819, dotada de una extraordinaria belleza y niña prodigio, pues desde los 8 años muestra sus superiores dotes de pianista. Sortea las dificultades que su padre le pone para contraer nupcias con Roberto, finalmente lo hace el año de 1840. Logra una de las uniones más felices entre las de los músicos.

A partir del matrimonio, Roberto concibe proyectos más grandes, ya no sólo para piano y lied, sino sinfonías, preludios, conciertos. En 1844 dan una serie de conciertos en Rusia, ella es una intérprete de las obras de su marido. Deciden radicar en Dresde y mejora la situación económica cuando en 1848 acepta el puesto de director de música en Dusseldorf.

La enfermedad anunciada en 1833 empeora en 1845, pero, en 1854 vuelve a sufrir otro ataque con intento de suicidio, de allí surge la violencia y le tienen que recluir en un manicomio. Muere dos años después, cerca de Bonn el 29 de julio de 1856.

Clara queda viuda con ocho hijos a quienes saca adelante gracias a su talento. Continúa con la dirección de las obras de su marido y las edita todas. Realiza giras constantes e interpreta también las de Beethoven, Chopin, Liszt, Brahms –gran amigo de ella y Roberto – y, por supuesto, las de su esposo. Llega a ser una de las mejores pianistas de esa época.

Es profesora en el Conservatorio de Frankfurt de 1872 a 1892. Muere en esa ciudad en 1896.

Federico y Aurora

Federico tiene un talento natural semejante al de Mozart, pues a los nueve años se muestra como niño prodigio y a los 16 entusiasma a Varsovia como pianista. El vigor de sus composiciones está en las obras para piano, no así para la música sinfónica. A los 20 años publica sus primeras composiciones. En ese año, de 1830 va a Viena y a Munich, finalmente se establece en París.

En esta ciudad frecuenta el círculo de varios escritores como Balzac, Heine y George Sand. Con un gran sentido patriótico y dolor por las diversas ocupaciones de Polonia, su patria, compone polonesas y mazurcas, inspiradas en la música popular polaca. En sus composiciones aprovecha todas las posibilidades del piano, con su fantasía melódica, armónica y rítmica.

Aurora nace en París el 1 de julio de 1804. Su infancia la pasa en Nohant (Indre) con su abuela, hija natural del mariscal Mauricio de Sajonia. Termina sus estudios en París. En 1822, de regreso a Nohant, contrae matrimonio con el barón Dudevant y en 1830 lo abandona a él y a sus hijos. Regresa a París donde lleva una vida bohemia y superficial. Tiene variados amoríos, entre otros con Sandeau, Musset y Chopin.

Escribe novelas. En 1832 publica “Indiana” con el pseudónimo de George Sand, nombre por el cual se le conoce. Sus temas son despreocupados y turbulentos en pasiones. En 1840 se inclina por los temas sociales debido a la influencia de autores como Lamennais.

El talante poco fuerte de Federico se acentúa en 1838 con una enfermedad de los pulmones. En noviembre él y George se trasladan a Palma de Mallorca, clima recomendado por saludable. De hecho, originariamente, George tiene planeado ese desplazamiento por la enfermedad de su hijo preferido: Maurice. Allí se le desencadena la tisis a Federico, por ese motivo el casero los desaloja.

Regresan a Francia y la relación se prolonga por cerca de una década. La última temporada la pasan en Nohant, lugar poco favorecedor para Federico que no disfruta la vida campestre. A principios de 1848 se distancian. El concierto que da en Londres, en 1849, le quebranta totalmente, a su regreso a París muere el 17 de octubre.

George pasa largas temporadas en Nohant. En 1852 publica lo mejor de su obra, en 1854 relata sus recuerdos autobiográficos. Al final de su vida sus personajes atrevidos se sustituyen por burgueses apacibles. Muere en Nohant el 7 de junio de 1876.

Aurora y Clara

Se trata de dos señoras triunfadoras, reconocidas por la sociedad, en un siglo donde todavía los derechos de las mujeres estaban muy poco aplicados.

Aurora –George Sand–, mujer de natural rebelde, se gana la fama de fumadora y por su vestimenta de hombre. Conquistadora incansable. Rompe con todo lo que supone una norma moral. A pesar de todo, no deja de aflorar su espíritu maternal, aunque desordenado. Lo que debió prodigar a su esposo e hijos, lo vuelca en múltiples amoríos y en una etapa de sacrificios al cuidado de la salud de Federico.

No le importa establecer relaciones con varones de cualquier edad, de hecho a Federico le lleva nueve años. En su libro “Lucrecia Folrian”, muestra cierto despecho al ridiculizarlo.

Clara es capaz de elegir un matrimonio donde sabe que no se le ahorrarán las dificultades, conoce bien la tendencia enfermiza de su futuro esposo. Toda su vida es congruente con tal decisión. Incluso, después de quedar viuda se mantiene coherente con su papel de madre y de dotada profesionista: buena empresaria y sobredorada pianista.

La amistad con Brahms, tal vez pudo llegar a más durante su viudez, algunos estudiosos han querido descubrir algo, pero nunca pasó de una excelente amistad. La fidelidad al recuerdo de Roberto la acompañó siempre y así fue muy feliz.

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