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viernes, 12 de marzo de 2010

Las Malvinas son argentinas

En 1833, Inglaterra tomó por la fuerza las Malvinas y otras islas argentinas, y en 1982 Argentina intentó fallidamente recuperarlas, al invadirlas. El jueves 25 de diciembre de 1986, se publicó en “El Norte” (Pág. 5-A), de Monterrey, el siguiente artículo, que se ajusta a esta nueva discusión sobre Las Malvinas, ahora que el Reino Unido pretende explorar sus aguas en busca de petróleo:

Una vez más hace crisis la controversia sobre la propiedad nacional de las Malvinas, entre el Reino Unido y Argentina. Inglaterra tiene la posesión de las islas, que ellos llaman Falkland, posesión mantenida con el respaldo de las armas y recuperada de igual forma después de la absurda invasión argentina.


Una vez impuesta la experimentada superioridad militar británica sobre un novel ejercito argentino, en forma aplastante y al parecer definitiva, la Primera Ministra Margaret Thatcher declaró que las islas “Falkland” son británicas y que la soberanía no está a discusión.

Esto es falso; ni es derecho natural ni en las normas legales de aceptación internacional, ni en el sentir de la razón (y del corazón) humana (s), existe la legitimidad del acceso a la soberanía territorial por la vía del despojo armado.

Cierto que la historia registra innumerables cambios de fronteras por victorias militares, pero éstos han ocurrido por capitulación forzosa, en donde la parte victoriosa acostumbraba “legitimarlos” y el mundo se resignó a tales hechos, sobre todo en Europa, (cabiendo la esperanza de recuperar lo perdido y más en una guerra futura).

Si un país declara a otro la guerra por ambiciones territoriales y la pierde, pudiera pagar con territorio propio su fallida agresión, pudiera aceptarlo como reparación de daño. Pero éste no es el caso de las Malvinas.

En derecho se acepta el acceso a la propiedad en el caso de baldíos. Si alguien se posesiona de buena fe de un terreno al parecer sin dueño, y transcurrido cierto tiempo podrá, conforme a las leyes del país, reclamarlo como suyo. Este tampoco es el caso de las Malvinas. Ni aun en el caso de una isla deshabitada puede reclamarse la soberanía pasado el tiempo de ocuparla, si ante la comunidad internacional el propietario original es conocido y reivindica para sí ese territorio.

Respecto a las Malvinas, Argentina nunca ha cesado en su reclamación de soberanía, aun considerando la rendición del ejército argentino que ocupó las islas en la pasada contienda con los británicos, en una aventura militar que legalmente no era una guerra, ya que las partes nunca la declararon.

La mayoría del pueblo argentino y nacionales de otros países, aplaudieron la invasión de las Malvinas, como una forma de recuperar lo suyo por la fuerza, ya que los canales diplomáticos no llevaban a ningún lado. Triste error, no sobre el derecho sino sobre el medio de intentarlo. El león británico, guerrero por siglos, irremisiblemente tenía que demostrar al mundo que la subdesarrollada e inexperta Argentina no era pieza para él, y evitar que cundiera el mal ejemplo a otros territorios ocupados, como es el caso de Belice.

Desgraciadamente, la invasión y la derrota cerraron por muchos años a Argentina las opciones que pudiera haber tenido para recuperar sus islas por la vía del arbitraje o la acción de organismos internacionales, ya que los británicos parecen cerrados a ello. Los errores se pagan.

El británico es un pueblo muchas veces centenario, y en este caso, como en otros, recurre a la proposición de que sean los habitantes de las islas los que decidan. Absurdo; tanto los ocupantes originales como sus descendientes son y serán siempre ingleses o identificados con ellos por obvias razones; son y seguirán siendo invasores. La propuesta es inválida por principio, y precisamente por eso funcionó en Belice.

Lo que sucede es que en la vida de los pueblos y de sus naciones, el tiempo ya no se mide en años sino en generaciones, y los británicos han podido esperar el transcurso de varias para proponer que los descendientes de invasores decidan si son parte de la Comunidad Británica o de otra nación; así fue en el señalado caso de Belice frente a los derechos reclamados por Guatemala.

La independencia de Belice se declaró al amparo de las tropas británicas, sin que los guatemaltecos cayeran en el juego. Para ellos, Belice es guatemalteco.

Decir que las Falkland son Malvinas y que no puede justificarse la reclamación británica de soberanía sobre ellas ni en derecho ni en moral, no nos hace antibritánicos (como no lo son por ello la mayoría de los argentinos, que bien pueden culpar de todo a ambos gobiernos).

Somos simples partidarios de la justicia entre las naciones. La ley de la selva debe terminar, y los países más débiles deben poder hacer valer sus derechos, como ha sucedido con el agonizante colonialismo tradicional (que entre otras cosas transformó el Imperio en la Comunidad Británica de Naciones).

Con la ocupación militar de las islas y sus mares, con descendientes de británicos como habitantes, con el absurdo de la aventura bélica de los militares argentinos, y con el orgullo y la presión política mundial del Reino Unido y con todo lo demás que pueda sumarse, las Falkland son Malvinas; son territorio argentino en pleno derecho, con sus mares circundantes, y ni aún la posesión paciente de generaciones de británicos, ahora con buenos efectivos militares, podrá hacerlas británicas por derecho.

Inglaterra es un gran pueblo; lo ha demostrado muchas veces, pero éste es uno de sus errores y debe rectificarlo, aunque tenga que buscar la forma de hacerlo salvando la cara ante sí misma, ya que ante el resto del mundo que respeta la justicia internacional y que como ella ama la paz, devolver las Malvinas no sería una humillación, sino un acto de grandeza.

¿Querían demostrar que por la fuerza no cedían? Lo lograron; ahora pueden demostrar que ceden por respeto a la humanidad, (y pensando que las llamadas Falkland serán una piedrita en el zapato que de cuando en cuando les llegará al pie, pues para Latinoamérica, al menos, y no sólo para Argentina, las Falkland han sido y serán Malvinas).

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