¿De verdad creen que se puede negociar con el narco? ¿En serio piensan que uno se puede sentar a la mesa con un grupo de gente que no tiene el menor empacho en extorsionar, en amedrentar, en secuestrar y en asesinar? ¿Acaso se les ocurre que se pueda platicar con esta gente que no tiene principios ni valores?
¿Y qué quieren negociar?
Que vendan droga, pero sólo poquita. Que maten a menos gente. O a la misma cantidad, pero que no sea en público. Que amenacen a las autoridades, pero no en la televisión, ni en vivo. Que respeten a tus hijos, hermanas, hermanos, padres, amigos, esposos, yernos, suegros.
Y si no queremos negociar, ¿qué les vamos a decir? ¿Que vengan, que los estamos esperando, que se metan con las autoridades y no con la ciudadanía?
Llevo más de dos años diciendo que esta guerra se trata de inteligencia y no de soberbia. El gobierno federal debe entender que no puede acabar con los delincuentes a balazos. Debe de darles en donde más les duele: el dinero. Debe evitar que se armen y blindar las fronteras. Debe fincar valores y principios entre los jóvenes para que no se droguen y se conviertan en los clientes de estos grupos delictivos.
El Estado Mexicano debe darle al pueblo lo que el narcotráfico y la delincuencia organizada les ha dado: oportunidades de progreso. Aunque sean ilusorias y transitorias.
¿Dónde quedó la inteligencia del gobierno federal para proteger a esos 12 miembros de un grupo de élite conformado por agentes federales con formación militar y capacitación contra grupos subversivos, delincuenciales y del narcotráfico? Si no pudieron proteger esa célula de personal de inteligencia, ¿de verdad podrán proteger a la población?
¿Cómo puede combatir el gobierno a estos grupos delincuenciales con tanto arraigo entre la gente? Y ese arraigo no es en vano.
La Familia Michoacana se fincó en la entidad toda vez que llegó a mantener a raya a los demás grupos delincuenciales. Organizó el trasiego, venta y distribución de droga en el estado. Evitó que se vendieran y consumieran estupefacientes sintéticos, cuyo efecto dañino es más letal. Replegó las ejecuciones y levantones entre la población civil a las afueras de las comunidades. Coordinó la venta y distribución de piratería. Desplazó a las bandas de secuestradores y extorsionadores. Hasta les dio clases de superación personal a sus allegados y los adoctrinó con principios religiosos.
De verdad, La Familia eso desterró... pero para después hacerlo ellos. Secuestrar, ejecutar, extorsionar; vender, distribuir y transitar la droga, la piratería, el contrabando.
Pero eso sí. Piden que "se juegue limpio". Ellos están enojados desde aquella detención de más de una veintena de personas en Morelos, entre dirigentes de la organización, primos, hermanos, madres, padres, sobrinos, ahijados, etcétera. De inmediato reaccionaron y colocaron en todo el país unas mantas advirtiendo que no se metieran con "su" familia.
Ellos también se enojaron porque en las recientes aprehensiones de sus dirigentes se tuvo entre el fuego cruzado a sus hijos pequeños. Eso también es lamentable y falto de tacto, eso no es algo de caballeros.
Pero, ¿qué creen que piensen los familiares de los 12 policías federales ejecutados en Michoacán? Esas familias, que también han sido desintegradas, se preguntan por qué se los hicieron, si aquellos policías estaban ahí y se dedicaban a ello porque no tenían otra opción. Porque en este país para medio comer tienes que romperte y arriesgar tu vida o dejarla en empleos extenuantes.
Tampoco ellos decidieron ni estuvieron de acuerdo en que les mataran a sus esposos, hijos, hermanos, novios... y lo hicieron.
Y así, en medio de ese campo de batalla, de esa "madre de todas las guerras", estamos muchísimos inocentes que no estamos a favor ni de uno, ni de otro. En medio estamos millones de mexicanos que todos los días nos levantamos muy temprano y nos dormimos muy tarde para obtener unos pocos pesos. Estamos muchos que jamás hemos robado, ni extorsionado, ni secuestrado, ni vendido drogas, ni piratería. Estamos muchos que queremos seguir haciendo lo que nos gusta hacer, sin meternos con nadie.
El secretario de Gobernación los llama, los reta, les dice que los están esperando. Pero él lo dice porque se traslada en camioneta blindada, porque viaja con más de una veintena de escoltas, porque jamás se topará con ellos de frente. ¿Haría lo mismo si viviera en Michoacán?
Yo, como ciudadano de "a pie", los respeto y me mantengo al margen. Yo sí les temo, porque no sé ni usar un arma.
Esto no se trata de afrentas ni de bravuconerías.
No se trata de atacar cuarteles policiacos vacíos, ni de asesinar a policías que solamente estaban abanderando un accidente vial. Ni se trata de atacar los hoteles donde se hospedan "los buenos". Ni de incendiar un corralón donde se encierran las patrullas descompuestas. No se trata de hacer un show, ni de uno, ni de otro lado. No se trata de matar gente inocente.
Se trata de un gran pacto nacional. Se necesita mucho más que la fuerza del Estado; se necesita la inteligencia del Estado. Debemos tener leyes que nos rijan y enaltezcan los principios y valores, debemos tener un sistema que haga cumplir esas leyes y un sistema que las haga mejor, siempre con respeto a esos principios y valores universales.
Los comunicadores debemos hacer una gran alianza que deje de mostrar la sangre y el fuego para informar de logros, pérdidas y desvíos. Debemos cuestionar a las autoridades sobre lo que están haciendo, a dónde nos dirigimos los mexicanos y cómo vamos con respecto a otras sociedades.
Repito, debemos darle a la gente lo que el narcotráfico les ha dado: dinero y oportunidades. El que es narco no lo es por gusto, lo es por necesidad. O por lo menos así fue en un principio y ha ido creciendo y deformándose. La necesidad ahí está y cada vez existen menos opciones para satisfacerlas.
En la sierra de Guerrero más de la mitad de los campesinos se dedican a la siembra y cosecha de enervantes. Y ellos no portan cadenas ni esclavas de oro. No traen camionetas de lujo, ni mujeres exuberantes. No secuestran, ejecutan, ni balacean a nadie. Ellos lo único que quieren es comer. Así de simple.
El narcotráfico emplea a cerca de medio millón de personas en México (25 por ciento más personas que las que trabajan en McDonald’s en todo el mundo). Y les deja ganancias por 19 mil millones de dólares al año.
Pero para contrarrestar ello es preciso abrir espacio para las oportunidades y opciones. Hay muchos que aún tenemos esperanza... pero mientras esperamos, ojalá no nos atravesemos en el fuego cruzado.
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